Carmen Cuervo
Arquero de la noche, con gesto arrogante, alcé el arco en las sombras y apunté a las estrella. Arquero de la noche, mi pulso estaba firme y en mi carcaj había solamente una flecha. Y vigorosamente lancé mi flecha al viento y hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa. Lancé mi única flecha, la flecha de mi ensueño y me crucé de brazos bajo la noche negra. El arco envejecido se me pudre en las manos, pero yo sigo arquero de la noche en mi espera. Lancé mi única flecha y se perdió en las sombras. Y nunca he de saber si llegó a las estrellas.
José Ángel Buesa
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