domingo, 5 de septiembre de 2021

Pretty little angel eyes

Carmen Cuervo

¡De verdad les digo que no miento! Es que ella tiene un montón de ojos en su rostro. Ella tiene más de dos y más de tres,  más de cuatro, más de cinco,  más de diez, más de once, más de quince, más de veinte, y más de veinticinco ojitos... Ojos negros, ojos verdes, ojos oscuros, ojos transparentes, ojos profundos, ojos brillantes, ojos de todos los colores azules y violetas que se abren y se cierran como sube y baja la marea... 

¡Ay, cuánta calma! Cuánta placidez verla dormirse a mi lado, verle cerrar tantos ojos de una vez. Es como ver cerrarse las luces de una aldea donde todo el mundo va a dormirse al mismo tiempo. 

 Y al amanecer ver abrirse tantos ojos de una vez es como ver abrirse los ojos enteros de toda la niñez. 

Y ese ansia que yo tengo para que me enseñe a mirar todo eso que yo no veo. Porque ella me enseña a mirar a lo lejos. Ella me enseña a mirarme a mí mismo. Ella me enseña a mirar mis adentros porque ella me ve todito, todito por completo. Ojos negros, ojos verdes, ojos misteriosos, ojos enigmáticos, ojos profundos, ojos azules, ojos violetas de todos los colores que se abren y se cierran como sube  y baja la marea.

Ella, claro, siempre tiene un  punto de vista curioso sobre la vida. Ella me enseña a mirar la vida desde otra perspectiva, desde otro prisma. Ella tiene una fina ironía y pasamos tardes divertidísimas ingeniando artilugios como prismáticos adaptables automáticos a cada una de las dioptrías de sus ojos.  Ojos negros, ojos verdes, ojos redondos, ojos estirados, ojos achinados, ojos más grandes, más  pequeños, de todos los colores, que se abren y se cierran como sube y baja la marea.

¡Ay cuánta desgracia, cuánta fatalidad cuando ella rompe a llorar! Cascadas de sal, río de amargura, océano de tristeza que a mí me inunda de impotencia.

Albert Pla

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