En el extremo de la calle la florista se emborracha con Legui Y la ciudad la mambea un instante y la devuelve en su silla.
Todos estos años de gente, todos estos años de gente.
Frente a los vidrios de un banco un anciano desfallece sin nombre. Los pordioseros lo reclaman desde un pozo en el aire de Ezeiza.
Hay un tinglado inconcluso donde moran dos bolitas ilegales pero limpios. Y entre las lluvias y los Falco ya no viven ni adentro ni afuera.
Luis Alberto Spinetta
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